El Reino Unido corre el riesgo de ceder el liderazgo en activos digitales a los Estados Unidos a menos que establezca una estrategia coherente y de todo el gobierno para crypto and emerging technologies, según Lord Chris Holmes.
En una entrevista con Yellow.com, el veterano defensor de la inclusión digital y de las políticas tecnológicas afirmó que el país ha dado “pasos positivos”, pero aún no ha articulado una visión nacional que vaya más allá de los servicios financieros.
Holmes sostuvo que la ausencia de un marco unificador ha debilitado el debate público y ralentizado el progreso regulatorio.
“En el momento en que la discusión se reduce a Bitcoin (BTC)-sí o Bitcoin-no, perdemos de vista las oportunidades más amplias”, dijo, señalando que cuestiones como la energía, la movilidad, la política climática y la modernización de los servicios públicos rara vez incluyen consideraciones sobre activos digitales, a pesar de su relevancia.
Una estrategia nacional ausente
Holmes dijo que, aunque el Tesoro, la FCA y la PRA están avanzando con consultas sobre stablecoins y estructuras de mercado, al Reino Unido le falta claridad sobre cómo encajan la cadena de bloques y las finanzas digitales en todo el conjunto de departamentos gubernamentales, desde defensa hasta educación y autoridades locales.
Esta brecha, afirmó, impide que el Reino Unido presente una alternativa competitiva frente a jurisdicciones como EE. UU., Singapur, Japón y los EAU.
“Existe el riesgo para cualquier nación de quedarse atrás de los Estados Unidos por la forma en que estos ámbitos se están dirigiendo desde el corazón mismo de la Casa Blanca”.
Lo que se necesita, sostuvo, es una formulación de objetivos a escala de todo el gobierno, respaldada por la participación pública.
Sin ello, el Reino Unido corre el riesgo de permitir que las stablecoins estadounidenses dominen por defecto.
Señaló que la percepción de retraso regulatorio en el Reino Unido suele estar exagerada, pero que la percepción por sí sola puede ahuyentar la inversión y el talento.
Regulación e innovación pueden coexistir
Holmes cuestionó la creencia de que la regulación frena la innovación, utilizando el sandbox fintech del Reino Unido y el marco de banca abierta como ejemplos de intervenciones regulatorias que se convirtieron en modelos globales.
Afirmó que el sistema de common law del Reino Unido se adapta bien a normas basadas en principios que se mantienen vigentes a medida que la tecnología evoluciona.
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Identificó cuatro pilares —claridad, consistencia, certeza y coherencia— como la base que el Reino Unido debe mantener.
“¿Quién querría invertir en un mercado que no tiene absolutamente ninguna norma?”, planteó. Sostuvo que unas normas con la dimensión adecuada permiten a la vez la protección de los inversores, la innovación y el crecimiento del mercado.
Beneficio público e identidad digital
Holmes reiteró que la cadena de bloques debería desplegarse para reducir riesgos en ámbitos como las cadenas de suministro, los servicios públicos y la identidad digital.
Citó su prolongado trabajo en diseño tecnológico inclusivo y afirmó que un marco de identidad digital descentralizada y autosoberana empoderaría a los ciudadanos al tiempo que reduciría el fraude y la carga administrativa.
Para las finanzas descentralizadas (DeFi), recomendó principios basados en la confianza, la transparencia, la inclusión y la rendición de cuentas, aplicados de forma coherente y no mediante medidas políticas fragmentadas.
“Basado en principios, centrado en resultados y con los insumos comprendidos” es el modelo que considera debería abarcar la cadena de bloques, la IA y todas las tecnologías emergentes.
Una ventana de oportunidad estrecha
Holmes dijo que el Reino Unido aún no está detrás de EE. UU. o de la UE, pero corre el riesgo de quedar rezagado sin un liderazgo coordinado desde el centro del gobierno.
“Existe una oportunidad real para cualquier nación, incluido el Reino Unido, de forjar un enfoque positivo”, afirmó.
Instó a los fundadores a relacionarse directamente con los responsables políticos y los reguladores, calificando su participación de esencial y no opcional.
“La regulación no es una barrera”, señaló, “pero tiene que haber claridad. Tu voz importa”.
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