La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, ha rechazado categóricamente la inclusión de Bitcoin en las reservas de cualquier banco central de la UE. En una reciente intervención, Lagarde enfatizó que Bitcoin carece de los atributos esenciales de un activo de reserva, a saber, liquidez, seguridad y estabilidad. Sus comentarios se realizaron tras una propuesta de un banquero central checo que generó discusión sobre el posible papel de Bitcoin en las reservas nacionales.
El rechazo de Lagarde a Bitcoin como un activo de reserva adecuado está en consonancia con el escepticismo tradicional del Banco Central Europeo hacia las criptomonedas.
Destacó la volatilidad de Bitcoin y la falta de supervisión central como inconvenientes importantes, lo que lo convierte en una opción poco confiable para las reservas de un banco central. En contraste con activos estables como el oro y los bonos gubernamentales mantenidos por instituciones centrales, el valor incierto de Bitcoin en medio de cambios económicos lo hace menos fiable según su punto de vista.
Las declaraciones de la presidenta del BCE respondieron a una sugerencia del gobernador del Banco Nacional Checo, Aleš Michl, quien abogó por la inclusión de Bitcoin en las reservas nacionales de la República Checa. Aunque la República Checa no utiliza el euro, su banco central participa en el Consejo General del BCE, influyendo en discusiones financieras europeas más amplias. Lagarde descartó rápidamente la propuesta, reafirmando el enfoque cauteloso del BCE hacia las monedas digitales.
La postura de Lagarde se refleja en varios otros bancos centrales europeos, incluidos los de Polonia y Rumania, que también han expresado reservas sobre la posesión de criptomonedas. Esto refleja un sentimiento más amplio observado en instituciones como la Reserva Federal de los EE.UU., donde el presidente Jerome Powell ha señalado prohibiciones legales contra la inclusión de Bitcoin en las reservas de EE. UU. Las preocupaciones sobre la claridad regulatoria, la volatilidad de los precios y la utilidad limitada en la vida diaria contribuyen a la generalizada reticencia hacia Bitcoin.
Si bien algunos países están comenzando gradualmente a adoptar Bitcoin, la percepción predominante entre las principales economías globales sigue siendo que los riesgos son demasiado significativos para incorporarlo en las reservas gubernamentales.
A pesar de la reticencia de los bancos centrales, Bitcoin sigue siendo un actor significativo en el ecosistema financiero global. Se lo considera cada vez más como una reserva de valor tanto por inversores institucionales como minoristas, a menudo comparado con el "oro digital". Su impacto, a pesar del estado de reserva oficial, subraya su creciente importancia en los mercados financieros mundiales.